Recomendaciones para los pacientes alérgicos a las mascotas
Contra la creencia popular, en la mayoría de casos, las personas no son alérgicas al pelo de los animales, sino más bien a una proteína que se halla en la saliva, en la caspa (escamas de piel muerta) o en la orina de los animales con pelo. Estas proteínas son transportadas por el aire en partículas muy pequeñas e invisibles, que pueden caer en los ojos o en el revestimiento interno de la nariz, o pasar directamente a los pulmones. Generalmente, los síntomas aparecen rápidamente, a veces, a los pocos minutos de haber estado en contacto con el animal. En algunas personas, los síntomas pueden incrementarse y hacerse más severos en un lapso de ocho a 12 horas después de haber estado en contacto con el animal.
Importante.
- Todas las variedades son capaces de desatar síntomas: no hay variedades «hipoalergénicas» de gatos o perros.
- Las personas que padecen de alergias severas pueden sufrir reacciones en lugares públicos si la caspa se ha transportado en la ropa del dueño de un animal.
- Esta sustancia puede ser transportada por la ropa y los zapatos e incluso se puede encontrar en cantidades importantes en casas donde no vive ningún animal.
- De modo que un paciente predispuesto a ser alérgico puede sensibilizarse al animal sin estar en contacto directo con el animal.
- El gato es el animal “más peligroso” en términos de sensibilización. La sensibilización al perro no es tan frecuente como la del gato.
- Hay otros animales que causan alergias, como los caballos, los roedores (cobayas, hámster, ratones, ratas y conejos) y otros mamíferos (cabras, vacas, etc). En este caso los alérgenos responsable se encuentran en la orina.
- Si se determina que el paciente es alérgico al epitelio del animal, debe evitar convivir con ellos.
- Si se niegan a separarse de su animal y en caso de que los síntomas sean soportables y no representen un peligro (asma), se recomienda:
- Limitar la presencia del animal dentro de la vivienda. Prohibirle la entrada en los dormitorios.
- Prohibir al animal la presencia en los sofás e las alfombras.
- Pasar el aspirador, al menos dos veces por semana, y utilizar purificadores de aire.
- Retirar las alfombras y moquetas.
- Lavar al animal una vez a la semana, disminuye la cantidad de alérgenos.
- Cepillar diariamente al animal fuera del domicilio.
- Cepillar regularmente sus prendas para hacer caer todos los pelos que permanecen adheridos.
- Estos métodos son necesarios aunque a veces insuficientes ya que es importante saber que, incluso varios meses después de que se ha retirado al animal, los alérgenos persisten en el entorno del paciente.